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- 152 - raleza, suplido sea con los auxilios sobrena– turales de tu gracia. ¡Oh verdad mia y misericordia mía! haz que· te vea sin forma corpórea, sin especie imagi– naria y sin ninguna luz criada. · Haz que te vea con la pura inteligencia de la mente, ya que tienes prometido dejarte ver de limpios corazones. · Bienaventurados, tienes dicho, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Alta y gran:le promesa, pero muy en consonancia con los entendimientos puros e iluminados, los cuales, al renunciar a todas las cosas te– rrenas, y sobreponerse a todo Jo corpóreo, merecen en recompensa contemplar la luz de la verdad eterna; y tanto son más en alto arrebatados sobre sí a los secretos de la cla– ridad divina, cuanto 'más se alejan y distan– cian de la luz visible y de las cosas criadas. ;Oh qué vista tan hermosa, qué mirada tan pura, qué ojos tan dichosos, con los cuales sin especies ni semejanzas corpóreas se ve la verdad misma, que es Dios! Preciso es que se halle el c~razón libre de todo afecto desordenado, y que el entendi– miento esté vacío de to~a turbulencia de imá- • genes terrenDs, si ha de comprender algo de la luz eterna e indescriptible, que ilumina to– do este mundo. Dame, Señor, que vea la luz en tu luz; no la
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