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- 150 -- ¡Oh Trinidad Santa, Dios verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo, eterna gloria y suma bienaventuranza de los santos, y sempiterno gozo de las jerarquías angélicas; de quien, por quien y en quien proceden, consisten y terminan todas las cosas. Dame a conocer tus caminos, y muéstrame tus sendas; porque tus caminos son hermosos, y tus sendas son pacificas. «Bienaventurados los limpios de corazón•. He ahí los caminos y sendas, que cond1,1cen a la cumbre de_la vida contemplativa. Háse, pues, de trabajar con ahinco, y orar sin intermisión, para que el corazón se vea limpio de toda mancha de vicios, y así tenga acceso libre a Dios. Ruégote, Dios mío, y te suplico de lo íntimo de mi corazón, me libres y arranques, pobre cautivo y distraído, de todas las concupiscen• cías del mundo y corpóreas imágenes; para que te encuentre a ti en mí, con mente iluminada; ya que me criaste a tu imagen preciosa e inco– rruptible. No brilla en criatura alguna del mundo ex– presión tan clara de tu sabiduría y tanta se– mejanza tuya, como en el alma humana, la e ual creaste capaz de ti, y sobrepusiste exce– lentisimamente a todas las criaturas por .su ser magnífico y naturaleza intelectual. Abstrae, pues, mi mente de todas las cosas

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