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- 144- ros, considera cuán presto se desvanecen las cosas alegres. Más debe afligirte la culpa cometida, que la pena que por ella te ha sido infligida. Y aunque la carne lo repugne flaca y débil, debe siempre el espíritu estar pronto y dis– puesto para sufrir todas las cosas. Dí, pues, al Señor con reverencia: Con gus– to llevaré, sostenido de tu gracia tu castigo, y todo cuanto sea preciso padecer por mí sal– vación eterna. Que mucho mejor es y más ligero ser aho– ra con los buenos afligido, que ser después abandonado con los malos en el fuego sempi– terno. Sé contigo juez severo en tu propia causa; para que te sea Dios benigno en las faltas co– metidas. De Dios eres hechura aun cuando estás pe– cando; sometete, pues, humildemente a su co: rrección piadosa, para conseguir el perdón y la salud eterna. Del Señor les viene a los juskls la salud; y Él es su protector en tiempo de tribulación.

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