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·00 OO·- @!!S)g;,-E;~!!S)!9~g)©©!!9~ ·OO Oo· CAPITULO VI De la sujeción humilde y santa resignación Si quieres vertf. libre del mal y coufortado en el bien, humíllate a Dios de buena gana, y por Dios a toda criatura. Así lo testifica el santo Rey David, cuando dice en uno de los sal~os: «Humilléme y me libró el Señor>. No es bien rebelarse contra Dios, y repug– nar a sus palabras santas; así que inclina tu oído con humildad a la ordenación divina, y sujétate alegremente y por igual a los mayo– res y a los menores. La humildad produce la paz y la concordia, . y ayuda en gran manera a llevar sin pesadum– bre la carga. Más útil es al hombre el menosprecio que· el aura vana de las humauas alabanzas. Feliz humi;¡ación la del alma doliente, con la que obtiene el conocimiento de la propia

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