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- 136 --- Quien se deja llevar de la venganza, no .se librará de la divina ira; y quien siempre quie– re salirse con la suya, cíertament'.! no tendrá muchos amigos. Ha de disgustarte siempre el ma l; pero de– bes llevar igualmente con agrado la toleran– cia dd malo. Ahuyenta fácilmente la tristeza, quien no. tiene el corazón peg3do a ninguna cosa de la tierra. De raiz arranca la causa de litigios, quien ahoga en sí el vicio de la codicia. Abunden las riquezas y crezcan los hono– res; no sacian a sus amadores, antes bien los enredan y atormentan, y los dejan en la mis– ma hambre. Si :10 desearas cosa alguna, nunca llegarías a indignarte. Nada hay estable debajo del sol; y todo se muda, las cosas y los honores. Nadie se halla firme sino en solo Dios. El amor de Dios es el fundammto inconmo– vible de estabilidad; y es la humildad la que merece esa gracia tan singular. Quien en Dios confía, todo lo sufre con grande paciencia; y quien a Dios busca con sencillez y pureza, hallará infaliblemente el contento de su alma. Quien se busca a sí mismo, a sí mismo se encuentra.

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