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- 116 - pídete cuenta a tí mismo con el mayor rigor, de todos los pensamientos, obras y palabras, que han pasado por tu alma. Siervo malo y perezoso, dime cómo has pa– sado este día; veo que al despertarte para maitines, no te levantaste prontamente; que tardaste en dejar el lecho; que aguardaste a la última señal para levantarte, y llegaste por eso el postrero a la iglesia para las divinas alabanzas. Cantaste con languidez, no estuviste con atención, te entretuviste en cosas vanas, y has– ta dormitaste por falta de devoción. Tuviste prisa en acabar p.resto, para volver ruanto antes a la cama; lo que me hace sos– pechar que así como entraste sin preparación, saliste sin pizca de devoción. Muchas pala– bras pronunciaste, mas poco fruto reportaste. Con pesadez te has llegado a la labor; has trabajado con indolencia; has hablado cosas inútiles; has preguntado curiosamente; has juzgado ligeramente; te has reíd~ desordena– damente; has criticado, te has agitado, te has disipado. Con el corazón y con los ojos has vaguea– do en el coro y en el refectorio, atendiendo muy poco a lo que se leía. Has escuchado con atención cosas del si- ' glo; y muy poco te has fijado en las·palabras de Cristo y de los Santos.

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