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- 109 - 1Jara que humillados en verdad, y purificados -en la vida presente, sean en la futura exalta– dos más gloriosamente. Al verte caído en alguna falta, no desmaye tu corazón, ni te desanim~s porque te haya vencido la costumbre arraigada, o porque te baya derribado la súbita embestida del ene– migo. Reconoce tu falta y confiesa tu pecado, proponiendo firmemente la enmienda y guar– darte con más cuidado en Jo venidero. El hombre presuntuoso desfallece pronto en tas adversidades; el humilde no decae, por despreciado y abatido que se halle; confía en ' Dios, y aun aniquilado, se levanta y rehace. El que no ambiciona honores ni busca co– modidades, seguro se halla y gozoso en todas partes. Angustias se prepara, quien corre en pos de los gustos terrenales. Por caridad u obediencia has de ser fácil en dejar las cosas suaves y agradables, para abrazarte con las ásperas y desagradables. Todo Jo remediará el Señor mu~ho mejor de lo que puedes figurarte. Sí se te hace algún agravio, piensa que Jo · tienes merecido, y perdona de corazón a quien te Jo hubiere inferido; para que Dios te per– done las ofensas, que contra Él hubieres co– metido. Cuando alguno te hablare con dtH'eza y ·desabrimiento, no quieras contestarle de la

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