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- 104 -- principio, como lo enseña S. Agustín en la Regla de su orden. Más has de atender a la lectura · espiritual, que al gusto de los manjares. Y para que no te arrastre el apeíito de la gula, y tome incremento en daño de tu alma mezcla con las viandas la amargura de . la hiel, que ftté a Cristo propinad a, y el vinagre,. que bebió, cuando estaba pendiente de la cruz. Antes de llevar la comida a la boca, has de levantar al cielo los ojos de la mente, y orar con el Profeta, diciendo: «Alimentarnos has,. oh Señor, con pan de lágrimas, y nos darás bebida de lágrimas con medida•. Modestamente y con temor de Dios se ha de tomar el alimento, porque limosnas de los fieles son nuestras comidas, y privaciones de necesil'ados. Procura concurrir siempre aí refectorio porque allí se percibe mayor fruto para el al~ ma; y saldrás de él con más pura conciencia, después de dar gracias a Dios, terminada la comida. Allí en justa mzdída y con santa disciplina se repara la necesidad de la naturaleza, sin dar lugar a exceso alguno ni quebranto de la templanza. No se oyen allí palabras frívolas ni chistes chocarreros, antes sí todos escuchan ensilen-

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