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-100- es feliz y buenaventurado el hombre, a quien Él se la enseñare, para cumplírla en todo tiempo con diligencia grande. Observa con humildad las postraciones, in– clinaciones y demás ceremonias de costum– bre, con las cuales viene a excitarse el corazón pesado, para no dormitar vencido por el tedio a causa de la fatiga del cuerpo. Que sí todo se cumple con exactitud, no se– rá pequeño el mérito, que se conseguirá con ello. jesucristo mismo, Señor nuestro, al acer– carse el tiempo de su pasión dolorosa, oró de rodíllas al Padre y pegado el rostro con la tierra. También el protomartir S. Esteban oró de rodillas por los que le apedreaban. El B. Apostol Pedro poniéndose de rodillas en oración resucitó a la viuda muerta. María Magdalena, inclinándose para mirar al sepulcro del Señor, tuvo la dicha de ver a los Santos ángeles. Procura tú estar con reverencia, como con– viene al servidor de Cristo; y póstrate con hu– mildad, cuando es debido, sin omitir un ápice de lo que está.prescrito. Evita con cuidado la desidia en el modo de: sentarte, y la liviandad en el ir de un lado a otro, y la dejadez en el estar de pié o arrodi– llado.
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