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-99- •Levantaos y orad, para que no entréis en ten– tación•. Y aquellas otras de S. Pablo: •Hora es ya de levantarnos de nuestro sueño». Se han abierto nuestros ojos para contemplar a Cristo. Oída la señal pa":l dirigirse al coro, ve a tiempo entre los primeros, diciendo con los Santos Reyes Magos: •He aqui la sci'ial del gran Rey; vamos allá a buscarlo•. En el coro has de estar con respeto y reve– rencia, para alabar con el canto de los salmos el nombre de Dios Altísimo. Permanece recogido en tí mismo enteramen– te, y a Dios atento y unido ahíncadamente. Con atención oye las palabras que allí se cantan o se leen. No te dejes vencu del tedio o del fastidio; antes bien obliga al cuerpo a servir al espíritu con presteza y diligen:ia. Si no encuentras sabor y gusto a los princi– pios en las palabras de la lección o de los sal– mos, no desmayes por eso, ni te aflijas; aguar– da confiado la gracia del Señor, y persevera firme en el Divino Oficio. Llegará el Setior se– gurámente, y visitará al que con tantas ansias lo·reclama. Admirarse ha tu corazón, y dilatarse con gozo grande a la inteligencia de las cosas, que en él oyeres o leyeres. Verás entonces su ley ser admirable, y qu~

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