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-94- tus ojos, cierra tus oídos, refrena tu lengua, y ocúpate en alguna meditación devota. _ Antes de salir, ármate con la oración, la. cual sea tu defensa durante el tiempo que per– manecieres fuera. Dí con el R. Profeta: •Dirige, Señor en tu: presencia mi camino». •Haz perfectos mis pa– sos en tus sendas; para que no resbale en mis pisadas•. Jesús y Maria siempre en el camino· mi compañia. En todas tus obras acuérdate de tu amado· Jesús, que mira todo lo que se hace bajo el cielo, y' escudriña los corazones en todas las horas y lugares. Si no quieres enredarte, no mires con exce~ so a lo que te rodea. Son los ojos los guias de los sentidos; y pronto a causa de ellos se mancha un corazón distraído. ¿Para qué se quiere ver, lo que no es licito· poseer? Pronto se halla al exterior con qué se man-· che el hombre en el interior. Cosa difícil es mirar cosas hermosas, y no excitarse al con-· templarlas. Vista que haya sido una hermosura, si su imagen no se expulsa pronto del pensamien– to, luego engendra culpa, o prepara lucha en el corazón carnal. Para verte libre, pues, de los lazos ocultos

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