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-54- a Dios que le habla y le instruye en el camino de la salvación; o como si hablase uno mismo con Dios y convirtiese la meditación en un co– loquio o plática interior con su divina Majesc tad. Este último modo, como más suave, es más útil y eficaz para ejercitar los afectos y conservar el ánimo constante en el servicio de · Dios; pero ha de ser de suerte que no todo se lo ha de hablar El, sino que con atención ha de escuchar lo que el mismo Dios·interiormen– te al corazón le hablare. Lo tercero, movidala voluntad, cesa la me– 'ditación, como cesan los medios, conseguido el fin. El que ha encendido el fuego, cesa de golpear con el eslabón el pedernal, porque tie– ne ya lo que deseaba. La contemplación la cual es propiamente oración, la define Sto. Tomás, diciendo. «Es una vista sencilla, suave y qu_ieta de la verdad eterna, sin variedad de discursos, sino mirada simplemente con admiración, gozo, y otro a– fecto. •) Esta diferencia hay entre la medita– ción y la contemplación: que la .meditación busca, la contemplación halla; acerca de lo cual, lo primero que se ha de advertir es; que apenas el alma se halla prendida de algún afee-

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