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--50~ es muy célebre el de nuestro .P. 'Fray Bernar– dino Astense, pues antes de ser General oraba cada dfa quince horas, y siendo General, siete. Medía la perfección del Capuchino por la ora– ción que hacía.. Solía decir en sus pláticas: ¿Queréis saber quién es buen Capuchino? Mi– rad quién es el que hace bien oración. Quién es mejor? El que hace mejor oración. Quién es bonísimo? El que hace bonísimas oraciones Lo mismo se puede decir respectivamente de cual– quier cristiano. Y asf Cristo Señor Nuestro, para certificar a su discípulo Ananías que Saulo se había convertido en otro hombre, de– jando las antiguas y desordenadas pasiones y abrazando las cristianas virtudes, le dijo: Que hacía oración. Ecce enim orat. (AcT. 9.-») Consiste la oraciÓn en el ejercicio de las tres potencias. La memoria, que pone presente el ' punto sobre que se ha de tener la oración. El entendimiento discurre :en él; y la voluntad se excita a amar lo bueno y a aborrecer lo malo. Las partes de la oración son siete: lección, preparación, meditación, contemplación, haci– miento de gracias, petición y epilogo o con– clusión. No osbtante esto, supongo con S .Juan Damasceno, (Lib 3 Fidei) que esta palabra

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