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CAPITULO IV Del modo de ofrecer todas las óbras a Dios. En el ofrecimiento siguiente se incluyen to– das las circunstancias dichas en el capítulo pa– sado. Este ofrecimiento puede hacerlo cada uno, sea eclesiástico o seglar en el tiempo más <Jportuno, y cuantas veces tuviere devoción; por lo menos de ocho en · ocho dias, teniendo intención cada vez, de que queden ofrecidas todas sus obras hasta que las vuelva a ofrecer. Y si no supiere este ofrecimiento de memoria, lo podrá leer en este librito... poniendo, pues, los ojos del alma en Cristo Crucificado, mirándolo delante de sf o dentro de su mismo _corazón corriendo arroyos de san– gre de sus cinco llagas, ·· todo abrasado en su amor, dirá a su Divina Majestad, más con ter– nura de ·corazón que con ruido de palabras. ÜFRECIMIENTO. e Altísimo y omnipotente Rey mio, dulcísimo Jesús; esposo de las almas, arrojado a vues-

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