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-16- . mejor es la segunda, y la tercera bonísima. De modo que el principal motivo para obrar per– fectamente ha de ser hacer la voluntad de Dios por el amor que se le debe a su Majestad Dí– vina, que vale más dar una pequeña limosna o hacer reverencia a una santa Imagen, Cruz & . &. &. por amor a Dios, que disciplinarse hasta verter sangre por alcanzar el cielo mismo. La razón es, porque la perfección de la obra se toma del fin; y como el fin del amor de Dios excede mucho al de alcanzar el cielo, de ahí proviene la diferencia qu~ toma una misma ac– ción variando sólo el fin. Las obras que por su naturaleza ni son buenas ni malas, se lla– man indiferentes; porque lo están para ser buenas o malas según el fin que se las dé; tales son, comer, dormir pasear y otras. Haciendo estas obras para más servir a Dios, a su mayor honra y gloria dejan de ser indi– ferentes y pasan a ser buenas y meritorias. Por eso el Apóstol S. Pablo aconseja que to– das nuestras acciones las hagamos ~ gloria de Dios. Sive ergo manducatis sive bibitis sive aliud quid facitis: omnia in gloriam Dei fa– cite. (1." AD COR. X, 31) El hacer las obras por amor de Dios, el cual
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