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-'-15~ aflige su cuerpo, pero no por Dios sino por ser alabado . de los hombres, ~o le aprovechará nada. Si por el mismo fin fuese peregrinando a las Indias, y convirtiese a Dios a costa de trabtljo a todos los infieles, no les aprovecharla nada, sino que seria como el metal que suena o la campana que tañe; porque, como enseñan los Santos Padres, al mártir no hace la pena sino la causa. La recta intención aun a las cosas mínimas las levanta y las ilustra; pero la viciada y tor– cida a las muy grandes y tenidas por Jos hom– bres como heroicas, para con Dios les hace perder su valor. Para que las obras no se ha– llen viciadas, indignas de premio en la presen– cia de Dios, se ha de insistir en la actual y y recta intención, procurando no emprender ni la mínima sin primero en.caminarla a Dios, co– mo a primer principio y último fin; y de esta suerte se hallarán todas buenas: Si radix sanc– ta et rami. (2.• AD ROM.) Las obras se pueden referir a Dios con tres inteqciones, a saber: Por evitar pena, por con– segtiir premio, y por puro amor de Dios. La primera es de siervos, la segunda de as!llaria– dos y la tercera de hijos. La primera es buena,

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