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-ti- ces comenzase. Et dixi; nunc coepl (Ps. 72.) Esto es muy propio de perfectos varones, con· forme a lo que dice el Eclesiástico: cuando se perfeccionare el hombre entonces comenzará. Cum consummaverii horno, tune incipiet. (ECCLES. 18,) OcTAVO MEDIO.-Considerar que, como dice San ·Bernardo, no hay cosa más precio– sa que el tiempo. El tiempo de la vida es las Indias de merecer, pues en cada instante po– demos enriquecernos de gracias. Un levantar el espíritu a Dios, un acto de contrición, un acto de amor divino, un arrodillarse en el sue· lo para venerar a Dios, un vencerse a si mis– mo, valen más que todo el mundo. Qué darían los condenados por un cuarto de hora de tiem– po del que acá po hicieron caso? Y aún los que están en el cielo nos tienen envidia en alguna mamera, y dejarían de ver a Dios hasta el día del juicio, por que les diesen un cuarto de ho– ra de tiempo de que nosotros gozamos, para adquirir un aumento de gracia y gloria eterna. El tiempo, una vez perdido, no se puede re– cuperar; porque el nuevo tiempo pide nuevas obligaciones; por lo cual debemos tomar con grande cuidado el consejo del Espíritu Santo, 3

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