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-007- ,dad de palabras, para no ser molesto al en– fermo. Si el salir de casa, fuera a ayudar a bien morir, ha de llevar el breviario para la reco– mendación del alma. Antes de llegar al enfer– mo, se ha de informar de qué calidad es, en qué estado está su enfermedad, si la padece con paciencia y resignación, si ha recibido los santos sacramentos y ajustado sus obligacio– nes, porque todo esto es lo primero que se ha de procurar. Llegando al enfermo y hallándole en su juicio, salúdele blanda y amorosamente, compadeciéndose mucho de sus trabajos. Ofrézcale su asistencia, y procure ganarle la voluntad, dándole gusto en todo lo posible conforme a razón, para que así reciba mejor sus consejos y le gan.e para Dios. Ni le canse con voces, ni con abundancia de cosas dichas con tropel sino con palabras llanas y cláusulas cortas y afectuosas. Y a veces por vfa de pre– guntas, no como quien enseña sinó como quien le recuerda, hará que se ejercite en actos de resignación, fe, esperanza, caridad, contrición, hacimiento de gracias, invocación de los San– tos, y en grandes deseos de hacer y padecer por Dios. Y aunque .se haya confesado, pro-

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