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-202- a lá utilidad; no han de ser como el cedazo, que echando de.si la flor de la harina se queda. con el afrecho o salvado. La tercera, no han de pqner en olvido la doctrina que han oído; :p<;>rque es seHal de no pequena enfermedad, cuando el estómago no retiene el manjar sino que luego lo arroja. La cuarta, han de poner en ejercicio aquello que oyeren que les .con– viene; y sí no necesitaren · de la doctrina de presente, servirales de medicina pres~rvativa y de prevención. La quinta, la doctrina la ha de aplicar cada uno para si y no a otros; no ha de ser como el Maestre-sala, que repartiendo nuestras funciones. No es posible desempeñar debida– mente ni el bien público ni el privado, si a causa de la ciencia perdemos la devoción. Este temor hizo gemir muchas veces al Seráfico Padre, y todos los dichos que de él se alegan contra los científicos, reflejan sn miedo a que por el amor a la ciencia sus hijos se distrajeran d~masiado, perdiendo el sentimiento del amor de Dios y de la devocíón.-Hacemos esta nota, no para los no– vicios propiamente, sino porque puede caer este Jibro y debe caer, en manos de ·nuestros jóvenes estudian– tes.. .. Además, hemos encontrado en nuestro camino sacerdotes y hombres piadosos contagiados dé un es– pfritu rutinario y criticón respecto a los Ideales tle S. Francisco. ... Nuestro ideal Franciscano se tncierra en esto: virtud, ciencia, y acción po_r Dios y para Dios.

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