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-190- sistencia para no faltar, porque como decía Ntro. Padre S. Francisco, es muy dificultoso acudir a la necesidad sin obedecer al sentido, en la cantidad, en la calidad, o en el modo; por eso pedía David a Dios que le librase de las 1;ecesidades materiales. Llegado al refectorio, se arrodillará en su puesto, besará en tierra con mucha mortifica– ción y síleucio. Dirá con la Comunidad el Sal– mo •De Profundis» con una oración, para dar aquel refrigerio a las almas del purgatorio. Si es día de capitulo, acúsese com mucho fervor y humildad de sus defectos, y admita con mu– cha alegría la advertencia, reprensión y peni– tencia, deséando padecer mucho más, para sa– tisfacer a Dios no solo por sus culpas presen– tes, sino tambien por las pasadas, no solo por las propias, sino tambien por las ajenas. Paulo V. concedió el año 1606 tres años de indul– gencia y otras tantas cuarentenas a los Reli· giósos que, contritos y comulgados, se acusa– ren en capitulo de sus culpas, imperfecciones y pecados, e hicieren ejercicios de virtud. Esta acción es de gran merecimiento al Religioso y de grande confusión al demonio; pues el Reli· gioso por la humildad y penitencia recupera lo

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