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-189- manjares, no se lo prohiban, antes le exhorten a la prosecución, si juzgaren que no le ha de hacer daño. La ab~tinencia raras veces daña, antes bien ayuda a la salud, pues sabemos que los monjes antiguos vivían muchos años; y co– mo escribe S. jerónimo, (Ep. 2." ad Eustoq.) aunque muy flacos, bebían agua, y se susten– taban con hi¡;rbas crudas; y que comer entre ellos cosas cocidas era tenido por sensualidad y regalo. (1) Pero es necesario ad~ertir que el ayuno y mortificación del cuerpo se ordena a refrenar las pasiones desordenadas del alma,. y poco gana el que ayuna y se mortifica en lo exterior, si no consigue el ayuno y mortifica· ción interior. Oícelo el Apóstol: Corporalis exercitatio ad modicum utilis ést; pietas autem ad omnia utilis e(it. (l.• AD TIM. 4») Esto supuesto, oída la señal de la campana para comer, ofrezca aquella obra a Dios como las demás. Avive más la cons:deración, pues a este tiempo se le ofrecen mayores ocasiones de ganancias, si da en ganar, y de grandes pérdidas si da en perder. Pídale a Dios su a- (1) Esto último se decía en todas las Constitucio· nes hasta la edición de H125 que las suprimieron. N. 0 69 de las Constituciones.

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