BCCCAP00000000000000000000231

-tP.3- La presencia de Dios imaginaria es propia de los que comienzan; la intelectual, de os que aprovechan; la :;fectiva, de los aprove– cbados. Pero sin embargo, cada cual ha de usar de la que conociere serie conveniente, poniendo gran cuidado de nunca faltar a este soberano ejercicio. Lós medios que hay para llevar presente al Señor, son muchos. El primero, pedir. a Dios esta gracia de tenerle siempre presente. El segundo; andar con mucho cuidado de levan· tar el espíritu a Dios al principio de cada obra, y de ofrecerla, diciendo: Seí'lor, por vuestro amor, lo dicho ... El tercero, valerse de algu– nas señales como imágenes u otni cosa, que que experimenta, se pone a mirar más que a discurrir el tema de Dios presente. La voluntad se ocupa en ala– banzas tiernas con afectos encendidos. Se siente un despego de criaturas generoso, y sin saber cómo, experimenta el alma en su fondo un vigor grande para adelantar en la virtud. He dicho que en este recogimiento, aunque infuso, no se suspende totalmente el discurso, pero se corta, haciéndolo de un modo plácido y suave. Serfa engaño– so pretender, para sentir esto, hacer esfuerzos eQ el sentido de detener el discurso. No; eso debe proceder del interior; y cuando es del interior, no es fatigos8 sino suave. No está en el poder del hombre llegar aquí; es cosa solo de Dios.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz