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-177- gún misterio de Cristo Ntro. Redentor como si lo vie~e; excitando la voluntad a varios afec– tos; pero estos no se han de terminar en la imaginación sino en lo representado por ella. Todas las cosas.de este mundo pueden servir de motivo para considerar los altos misterios de nuestra Redención. Cuando se ven cosas ricas , hermosas y deliciosas, debe considerar– se que el Criador de todas ellas quiso ser po– bre, estar afeado, padecer y morir por los hombres. Si se ven sogas, armas, columnas, hierros, acuérdese de los instrumentos de la Sagrada .PasÍón. Si ve piedras, considere que al tiempo que el Señor padeció, se despe– dazaron, la tierra tembló, el sol quedó obs– curecido; si agua, la que salió del Costado; si dolor y tristeza propia o ajena, las angus– tias y dolores del cuerpo y alma de Ntro. Sal– vador. De esta sue~te nos pueden servirtodas las cosas de memoria para la meditaCión dé los sagrados misterios de nuestra. Redención. El que lleva esta presencia de Dios, ha de procurar tener los misterios repartidos por los lilas de la semana; un día considerará la pri– sión, otro la coronación y así de lo demás; Jo-.. cual se ha de hacer con suavidad y no con vio-

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