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-173- mi5tn0&, porque es el amor mayor y más per– severante. De e~te verdadero amor de caridad resulta la paz, la cual es principio de todo bien y una participación del cielo; porque a donde hay paz .está Dios.· Esta es la joya que trajo Cristo a la tierra; es la divisa y señal de los 'que mi– litan bajo sus banderas, y separación de sus discípulos de los que no lo son. «In hoc cog– nosceni omnesquia discipuli mei estis, si dilectionem habueritis ad invicem. UoAN 13. ») Por lo cual si alguno perdiere esta pre– ciosísima joya y divisa, ofendiendo al prójimo, ha de procurar luego recuperarla dándole sa– tisfacción, postrándose en tierra y pidiéndole con mucha humildad perdón; el cual ha~e con– ceder luego y con mucha benignidad el ofen– didQ, por ser la paz la prenda de más estima– ción, que hay en el cielo y en la tierra, Ja más provechosa a los hombres, la más agradable a Dios, la que contiene todos los bienes, y al mi~mo Dios; que nos la dejó nuestro celestial Maestro como legado en testamento. Por eso el Evangelista S. Juan, el cual había bebido la doctrina del pecho de Cristo Ntro. Señor, no predicaba a sus diS<;ipulos sino que se a-

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