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-170- al prójimo más o menos, según las razones va– rias que hay de amabilidad y obligación en ellos. Esto es lo qué dice el alma santa: cOr– dinaoit in me charitatem.» (cCant. 2.•) Aunque esta doctrina es verdadera y prac– ticada por el mismo Cristo, pues entre los dis– cípulos amaba con alguna singularidad a San Juan, como se colige del Evangelio; pero a nosotros no nos es fácil el practicarla debida– mente, porque no podemos apreciar la bondad y razón que tiene de mayor bondad cada ti.no de nuestrbs prójimos; porlo cual, el modo que habemos de tener para no errar es, servirlos y amarlos a todos cuanto podamos, por amor a Dios. Con esto no hay peligro de singulari– dad, se vive en paz con todos, y aunque co– rrespondan ingratos a los beneficios, como de ordinario sucede, no se tienen quejas de ellos; porque el que no obra por respetos humanos sino puramente por Dios, no espera de las cria– turas el agradecimiento, sino sólamente de su Majestad Divina. Cuando el Religioso se hallase beneficia– do de alguna persona seglar, ha de encomen– dar a Dios el retorno, y agradecérselo orando por ella a su Divina Majestad; pero no ha de
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