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-lOO- Los motivos para amar a Dios son sin nú– mero. El primero, su bondad infinita e infini– nitas perfecciones. El .segundo, que nos amó primero, y que nos · ama con su.mo amor. El tercero, los grandes beneficios qué nos ha he– cho, nos hace y hará. t:l cuarto, el ser nuestro Padre, nuestro fiel amigo, nuestro amoroso esposo, y todas las cosas, como decía Nuestro Padre, S. Francisco: •Oeus meus et omnia. • El amor del prójimo es de dos maneras. El uno de ca.ridad, y' es cuando amamos a nuestro prójimo, sean amigos o enemigos, precisamen– te porque Dios lo manda y quiere. El otro es natural, y es· amar al prójimo por ser amigo, por ser pariente, por ser de la misma comple– xión, o por otros motivos naturales. Esto no es amor de caridad ni meritorio, pues se hall\ aún en los turcos y en los mismos brutos. Ver– dad es que la misma razón dicta que uno ha .de amar más a sus padres, a los que le hacen bien, a los que slln más santos, y a otros con algu· na singularidad; pero esto lo ha de hacer por– q!le Dios lo q¡¡iere así, y su divina voluntad no se opone a la ley natural, ni quiere .que a todo se ame igualmente, sino que le amemos a su Majestad -Divina sobre todas las cosas y

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