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CAPITULO XXI De la caridad. Del modo de ejercitar la caridad con Dios y con los prójimos. En todo lugar y en todo tiempo se ha de ejercitar la caridac, la cual es raíz de todas las virtudes y el fundamento del edificio espi– ritual. A ésta se ordenan todos Jos ejercicios y preceptos, y ésta es el cumplimiento de to– da la ley. Las obras que no son hechas por ca– ridad no son de provecho. Así lo dice el Após– tol S. Pablo: «Si hablare con las lenguas de Jos hombres y de los ángeles, si repartiere to– da mi hacienda a los pobres, si entregare mi cuerpo a las llamas, pero no tuviere caridad; no me aprovecha nada. • Charitatem autem non habuero, nihil mihi prodest. (<la. Cor. 13.•) La razón es clara; po~que aunque uno haga. obras grandes y excelentes, si no las hace por Dios, su Majestad no :tiene que agradecérse– las, y se quedarán sin el premio que podrían

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