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-164- voluntad. Ha de ser sosegada, porque así como las aguas recias no fertilizan la tierra si– no las mansas, que llamamos temporales; asi también la lección apresurada pasa dejando en– juta a la voluntad; mientras que espacioso, la fertiliza para producir afectos fervorosos. Cuando el corazón está seco y distraído es buen medio para recogerle .Y entrar en calor, ir leyendo muy poco a poco y rumiando y pa– rándose de cuando en cuando a meditar aque– llo que lee, hasta que se recoja y vuelva al fer– vor. Asi lo hacía la Santa Madre Teresa de jesús en el tiempo de sus sequedades. En la celda nunca ha de estar ocioso, sino que todo el tiempo ha de emplearlo en la lección; ora– ción mental o vocal, y en otros ejercicios úti– les, y no en inútiles y de ningún provecho, y no ha·de salir de ella sino motivado por la ne– cesidad, obediencia o caridad. (1) (1} El amor al retiro «de la celda» es una de las necesidades más sentidas y más importantes en la vida religiosa. Cierto que nuestro Instituto Franciscano tra– jo al monaquismo la cno stabilitas, del lugar. Antigua– mente.no se conocía este monaQuismo o cenobitisino cperegrlnante.» Los monjeS se sujetaban a un mOnaste– rio, y toda la vida la pasaban aiU. Pero San Francisco produjo esta revolución de «Monjes apostólicos» y pe-·

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