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-157- huenu intención; pero puede dudarse de esta buena in· tención en los rutinarios, que por·sola costumbre y por– que otros hacen lo mismo, ·van a comulgar diariamente con entera frialdad. Los antiJZ"uos DireCtores de almas, como San Felipe ~eri, concedfan la comunión aún dos veces por semana. Pero S. J. Crisóstomo exclamaba: .llundls carde semper Pascha est. . Comulga, pues, diariamente, buscando la .fuerza es pi~ ritual 'en la vida eucarística; pero cuida de ~.:omulgar con renovación cotidiana y con ánimo puro de toda vanidad. No te olvides, c.aro herina:no, del caso teresiano. (:uen– ta Sta. Teresa en el libro de las fundaciones (Cap. Il.) que había una monja que tenfa tan ardientes deseos de .Comulgar que corría a la comunión muy de mañana, por lo que era tenida en concepto de gran santidad. La San~ ta conoció el engai1o, y se lo prohibió. No era liD caso de engaño diabólico, sino de conveniencia espiritual. Al principio sufrió la monja un martirio para abstenerse, peroE/"J5Fr~c~~rfg 1 de~··p. Castelvetere dice: Los deseos de recibir el pan de los ángeles son buenos¡ pero cuan– do sotJ demasiado ardientes, que inquietan, es nccesa.. rio mortific8r1o'l. Es preciso que aun en esto el alma venga a morir 8 SllS intereses y 8 todo apego sensible purificando el corazón. ¿Qué diremos de las comunio~ nes oanidosas y rutinarias? Hay no obstante almas ne– nas de humildad, que desean comulgar, pero que no se atreven por considerarse indignas. Este sentimiento es piadoso, pero puede engendrar un poco de janser.ismo práctico. Nadie es digno de comulgar. En semejantes casos hay que recordar las palabras de San Francisco de Sales: Filotea, nuestro Di.os es Padre de bondad, y viene a nosotros no por merecerlo nosotros sino por amor; por lo que cuanto más miserable eres, tanto más debes recibirle, a fin de que más tierno y misericordio– so se manifieste su amor...
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