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-156- conforta.> «Omnia possum in eo qui me conforta!.» La frecuencia de los sacramentos es medio para vencer, porque en ellos no sólo se per– donan los pecados, sino que se fortalece el alma con abundante gracia; por eso del sacra– mento de la Eucaristía canta la Iglesia: se nos prepara la mesa del Señor contra todos los que nos atribulan< < Paratur nobis mensa Do– mini adversas omnes, qui tributan! nos. (1) (1) No resistimos a la tentación de poner aquí otra nota sobre el mérito de la comunión pam vencer en las duras luchas del alma. Como cada día estamos en la lucha, aconseja S. Basilio: ~singuli's diebus communlca– re et particlpem esse Corporis Chrlsti.J Gracias a Dios no hay en las Religiones quien diga que ·sólo los perfec– tos y santo13 deben comulgar cada dfa, porque todos sa. bemos que la comunión más que para perfectos es para hacernos perfectos, como enseñaba San Francisco de Sales, en medio de una corriente jansenista; dice: Dos clases dé personas deben frecuentar la Comunión: Los perfectos para aumentar la perfección, y los imperfec– tos para poder ser perfectos. Este poder nos viene de la fuerza soberana de jesús que se nos da con tan puro cariño. . Sin embargo no ha de pensarse que esta obra de perfeccionamiento es de jesús ~ólamente; de este error nace que se comulga con exceso, pero que . no se co– mulga con piedad suficiente. No sentimos mejoramiento moral, porque no procuramos corresponder a la acción de la gracia sacramental. Es cierto que el Papa P1o X nc:t requería para comulgar más que estado de gracia y

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