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-155- que jamás quedó confundido quiP.n confió en Dios; porque por su bondad quiere, y por su omnipotencia tan fácil le es el vencer a los muchos enemigos como a los pocos. Cuarto, siempre que ha de hacer alguna cosa o vencer, alguna pasión, desconfíe enteramente de si mismo y confíe enteramente en Dios, y con estas armas en la mano pelée valerosamente. Conocerá si ha tenido perfecta desconfianza de si mismo y perfecta confianza en Dios, en la victoria o en la caída; si ha conseguido vic· toria, déle gracias a Dios, que a El sólo se lo debe. Si ha caído o quedado herido, no se en– tristezca ni melancolice, sino entre dentro de sí a considerar su vileza y mucha presunción con su poca confianza en Dios. Pídale perdón. a su Majestad Divina, con ánimo quieto y so· ·segado, y vuelva, como se ha dicho, a la pelea, hasta rendir a sus enemigos. En esta batalla el que pelea con perseverancia, vence; y si le parece dificultoso el vencimiento, es señal que confía poco en Dios, pues a su Divina Majes· tad todo le es muy fácil. Y así Sa·n Pablo. ani· mándose a esta espiritual pelea, valerosamen·. te decía: <Todo lo puedo en aquel que me 12
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