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CAPITULO XI X De la lucha espiritual. Del modo de resistir a las tentaciones. Es el hombre un compuesto de cuerpo y alma; el alma es espiritual, muy semejante a los ·ángeies y al mismo Dios. El cuerpo es de inuy bajos quilates, formado de tierra, que es el más ínfimo elemento, y como son de tan distintas naturalezas, lo son también las in– clinaciones que de ellas nacen, porque cada ser se inclina y ama a su semejante. El alma, que es espiritual, se inclina a cosas espiritua– les, al ejercicio de las virtudes y a unirse ín– timamente con Dios, que es su centro; en El solü descansa, y fuera de El todo le es pena y tormento. El cuerpo como es terreno, se in– clina y ama a las cósas carnales, terrenas, los bien~s sensibles y deleitables, con los cuales andan acompafiados los vicios. De aquí nace la guerra continua que en sí mismo tiene el hombre; de la cual habló el Santo Job, dicien-

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