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-146- vía, aunque vengan por manó de las criaturas; y que para Dios no hay acasos sino que positi· vamente quiere que padezca aquella penalidad. Esta consideración sola basta para recibirlo todo, como venido de su santísima mano, con resignación perfecta en la divina voluntad, di– c:endo muchas veces: •Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Ayuda tam– bién a esta resignación el poner los ojos en Cristo Seilor Ntro., angustiado en el alma y dolorido en el cuerpo, por el grande amor que nos tenía; el cual aunque pidió al Eterno Pa– dre le librase de aquellas angustias, no lo hizo absolutamente sino con resignación a su santí– sima voluntad. Así el siervo de Cristo a imita– ción suya, ha de abrazar los trabajos, y aunque sean contra su natural inclinación, no ha de desear verse libre de ellos, porque esto fuer'! querer desamparar la Cl uz, sino padece· Al resignación hasta que Dios quiera, e' _¡endo siempre con Cristo. -<No se haga, Sei\or, mí voluntad sino la tuya. » También nos obligará a llevar con resigna– -ción los trabajos, el considerar que son las co– sas de más estimación que hay en el mundo; por eso las da Dias a sus mayores amigos. Y

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