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-136- po que pudiere. El segundo, déle gracias de palabra y afectos por todos los beneficios re– cibidos, especialmente por haberse dignado hospedarse en su pecho; convide a ios cortesa– nos del cielo y criaturas de la tierra a que se las den y alaben. Podrá decir el cántico «Bene– dícite• y el Salmo cLaudate Domínum de Coelís > juntando sus gracias y alabanzas con todas las que se le han dado y ,darán por toda la eternidad, y con las mismas que su Majestad Divina dió la noche de la cena. El tercero déle gracias de obra; ofrézcale ·al Eterno Pa– dre su Hijo Santísimo, al cual tiene en su pe– cho, y todos los ofrecimientos que de si hizo el mismo Hijo mientras vivió con nosotros. Ofrézcale al Hijo sus merecimientos, y junto con ellos ofrézcale el corazón, vacío de todo afecto humano, para que habite con él. Esto es lo que le pide Dios. PRAFBE, Fílii mí, cór tuum míhí. (PROV 23. ») Poco le agradan los sacrificios, si no se le ofrece enteramente el corazón. Renueve con grande afecto los votos de su profesión. Dicen muchos santos. que el día que un Religioso profesa, estando en gra– cia, queda c.omo el en que fué bautizado; y J() mismo dicen algunos Doctores de cad& vez que

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