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-115- El Nobis quoque peccatoribus, la conver· sión del buen ladrón. El partir la Hostia, el apartarse el alma del cuerpo cuando espiró. Dáse la paz, para ·que sepamos que con la muerte de Cristo, se hicieron las paces entre Dios y los hombres. El Agnus Dei, el llanto de las Mat ías. La comunión, la sepultura. Lo que se sigue después de la comunión, la Re· surrección. El ite Missa est, la Ascensión. La bendición del sacerdote, la venida del-Espíri– tu Santo. El Evangelio último la predicación de los Apóstoles. Con la consideración de estos misterios, se va enfervorizando el alma. Ya veo que es– te es un modo muy prolijo para las personas cont~mplativas, pero puede .aprovechar mu– cho. · cirse esta práctica. Con pretexto de piedad se contra· dice en esto el esoíritu de la Iglesia. Según los graba– dos del siglo XIV y los concilios provinciales, como el de Reims 1583, es claro que el pueblo debe mirar al al– tar en este momento; pues se le muestran· las sagradas especies como Jesús se las mostró a los Apóstoles en la Cena. Hoy no cabe duda, desde que Pio X concedió una.indulgencia de siete aí'ios y siete cuarentenas a los fieles que digan «Señor mio y Dios mio• mirando la Hostia en el momento de la elevación. Hay una indul– gencia plenaria cada semana, haciéndolo cada día.»

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