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-99- de ella la bondad o la malicia de las humanas acciones. Hemos de mortificar la voluntad pro– pia, la cual, como dice S. Bernardo, es la que atiende no a Dios ni a los prójimos, sino a sí misma, a su apetito e inclinaciones: « Volun-– tatem dico propriam, quae non est commu– nis cum Deo ethominibus, sed nostra tan– tum, non intendentes placere Deo et pro– desse (ratribus, sed satisfacere propriis motibus.» (SERM. 3 DE REs.) Esta, pues, in– dómita fiera se ha de mortificar, negándonos a nuestras propias voluntades, no sólo en las cosas grandes sino también en las pequeñas, no sólo en las malas e indiferentes sino hasta en las buenas; a imitación de Cristo Nuestro– Señor, el cual no tuvo sino buena voluntad y sin embargo leemos que la mortificó. •Pater, si vis transfer a me calicem istum, verum– tamen non mea volantas sed tua fíat.» (Luc 22) Y la sujetó no sólo a Dios y a sus padres, M:;ría y José, sino también a los sayones para ejemplo nuestro; que no sólo debemos sujetar nuestra voluntad a Dios y a los P,relados que están en su lugar, sino también a cualquier otra criatura por Dios en todo io honesto y 1f– cito; así lo aconseja S. Pedro •Subjecti igitur

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