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-98- divinos atributos. As~ lo hacía S. Agustín, cuando hablando con su Majestad, decía: eDad– me, Señor, luz para conocerme, y para cono– ceros. Noverim me, noverim te.» La memoria es como la depositaria, que re– cibe y conserva en si las especies de los pen- . samientos del entendimiento. Se ha de mortificar, no sólo en las imagina– ciones malas .de ira, de deshonestidad, de gu– la y de otros vicios, los cuales, si s.e les da en– trada, son como unas langostas, que asuelan y destruyen todo lo bueno; sino que también ha de evitar las imaginaciones importunas e inúti– les. Esto dió Dios a entender por Miqueas, di– ciendo; Ay de vosotros que pensais en cosas inútiles. « VAE qui cogitatis inutile.» (MICH. 2.) Procúrese tener siempre ocupada la me– moria en la suma bondad de Dios, para amarle de todo ·corazón, en su grandeza y majestad para ven~rarle; en sus beneficios para agrade– cérselos; en nuestras culpas, para pedirle per– dón; en la propia nada y miseria, para confun– dirse; en las postrimerías, para no pecar y en– mendarse. La voluntad en algún modo imperaa las de– más potencias y sentidos; por lo cual dimana

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