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--'88- hily ninguno por perfecto que sea, que no ne– cesite, mientras viva en esta miserable vida; porque aunque se extingan los vicios, comó queda la raíz, continuamente. brotan y retojje– cen; así lo dice San Buenaventura: ·<Credite mihi, amputata repullulant; effugata red– deunt; reaccenduntur extincta, et sopita denuo excitantur> (SERMO. 58. IN CANT.) Y es necesario al principio, antes que cobren fuerzas y hagan hábito, reprimirlos; por si lue– go no se quebrantan, después es muy dificulto~ so en -arrancarlos; por eso dice David: Que es bienaventurado el que al principio los refrena y Jos destruye. (Ps. 136.) Beatas qui tenebit et allidet parva/os taos ad petram. La mortificación es una virtud con la cual el hombre se priva de todo aquello que es confor- 111e a la inclinación depravada de la naturaleza. aunque sealfcito, y quiere y abraza todo lo que la naturaleza aborrece, aunque sea pesado y áspero, como no sea ilícito. Dividese en acti– va y pasiva. La activa es la que uno volunta– riamente se busca y procura, absteniéndose de todas las cosas que son de gusto y contento, y abrazando lo áspero y penoso a los sentidos y potencias. La pasiva consiste en sufrir con

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