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CD/\"ST!TUCIOI'\I'S ·· Ci\!'i'! ULO 1I 7'J que eligieron ser los últirllos en la casa Jc Dios, se vistan de los más bastos y austeros paños que fácilmente puedan h a– llar en los paíse.'l donde moran . Y acuér– cicnse que los sacos ·con que quiso san Francisco que remendásemos nuestros há– bitos y las cuerdas con que quiso que nos ciñéramcs. no están conformes con la.s trias preciosas y con los ricos del mundo. 35.- Nuest:o vestido conste de un hábito con capucho y dz una cuerda, de una segunda túnica sin capucho. para los que quisieren tenerla. según la permisión de !J Regla. )'. si fuere necesario, tam– bién del manto. que la Orden ha usado desde el principlo 36. - Para que la p obreza tan ama– da del unigénito Hijo de Dios, y que el seráfico Patriarca nos dió por madre, resplandezca en todas las cosas de nuestro uso; se ordena que el manto no pase de la extremidad de las manos, y sea sin ca– pucho. El hábito en largo llegue hasta la articulación de los píes, y de ancho tenga treinta d..:dmetros próximamente: las mangas no sean más anchas de lo que se necesita para meter y sacar los brazos, y lleguen hast.1 l.t mitad de b mano poco más o mcFios; el capucho sea cuadrado,

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