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CONSTITLICIOKI~S • · CAPiTULO XII 1 'J9 251 . - Acordémonos muchas veces, Padres y hermanos carísimos, de aquel memorable tema sobre el cual hizo nues~ tro seráfico Padre un solemnísimo sermón a una gran multitud de frailes, diciendo: "Grandes cosas hemos prometido a Dios, pero mayores son las que Dios nos ha pro– metido a nosotro&" . Guardemos, pues, estas Constituciones y cuanto hemos pro– metido, y ccn fervoroso anhelo aspire– mos a la recompensa que se nos~ ha pro– metido. Breves son los goces de este mundo, y etern.1 ·la pena infernal que al~ canzan sus seguidores; los dolores que sufrimos por amor de Cristo, y Ia peni– tencia que por El hacemos, dura poco; mas la gloria que por esto nos dará el Señor ha de durar para siempre. Muchos son los llamadu5 a la vida eterna, mas pocos los escogidos, porque muy pocos siguen a Cristo ccn verdad de corazón; mas al fin Dios dará a cada uno la re– compensa de sus obras. la pena o la gloria. 252.- Así pues, cumpliendo estas cosas, levantemo:; los ojos a nuestro Re– dentor, de modo que, conocida su volun– tad, procuremos complacerle, huyendo no sólo el desprecio de estas Constituciones,

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