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] 74 C()NSTil"UCiONES - ~ Ct\PfTULO IX -- - ~ - ~ ~· - ----- ---·-------- f·st?n hasta qur, llenos de Dios, el ím– petu del Espíritu Santo los mueva a derramar sobre ~1 mundo la gracia divina, procurando inflamarse como serafines en el divino amor, para que, estando ellos bien encendidos y abrasados, enciendan y abrasen a los demás; y así, unas veces en el ministerio de Marta, y otras entregados al silencio de María, seguirán en vida mixta a Jesucristo. el cual. después de haber orado en lo alto del monte, bajaba al templo para predicar, y aun más. bajó del cielo a la ti~na para salvar a las almas. Por esto, acabadJ la predicación, procuren todos los predicadores alejarse cuanto an– tes de los pueblos o ciudades en que han predicado, y regresen pronto a su con- . vento, si no se ven detenidos por necesi– dad, a fin de que por la demasiada fami– liaridad y trato con los szglarcs no se malogre el fruto de la predicación, ni se menoscabe la autoridad y reputación del sagrado ministerio. 21 O.- Cuiden los Superiores de es– tablecer tn todas partes y de propagar la Orden Tercera de Penitencia; y los pre– dicadores no pierdan o:asión de explicar al pueblo sus excelencias y su eficacia
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