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grande diferencia debe existir entre 'o~ rrandes palacios de los ricos y las pcqu~;.,,as casas de los pobres. mendicantes, peregri– nos y penitentes. 102.- Nuestras iglesias sean sencillas, pero devotas, decentes y limpísim~s; y no queramos tenerlas grandes para predi~ar en ellas más cómodamente, pues, como dl'rÍJ el scdfico Padre, mejor ejemplo SI! d.1 predicando en iglesias ajenas que en las nuestra~. máxime si por esto s2 hu·· biese de ofender a la santa pobreza. En dlas haya una sola campana, y ésta pe· q ueña, de unos setenta kílogratnos p ró– ximamente. 103. -En todos nuestros convent(IS la sacristía sea pequeña, pero cómoda y su– ficientemente provista de ornamentos y utensilios sagrados, según las necesida~le.'i de los convento('; y en ella todo, espe– cialmente los ornamentos sacerdotali!s, n;té muy. aseado, y los corporales y purifi,:a– dores sean limpísimos y blanquísimoi. l 04.- En les adornos del aliar, en los ornamentos y demás objetos perttne– cientes al culto divino no se emplee oro ni plata, excepto en los tabernáculos en que sz guarda d santísimo Sacramtllto,

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