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1 11 COt-;STITUCIONI.:S - CAPiTULO V -----···-- hábito, nos halaga, dándonos comodidades terrenas, que muchísimas veces fueron cau~ sa de muy grandes males en la religión. Ni queramos ser como aquellos falsos pobres, de quienes dice san Bernardo, que qu icren ser pobres pero a condición de que no les falte cosa alguna; antes bien pien"'en que la pobreza evangélica y su ;>crfección consiste principalmente, en no tener apego a cosa alguna terrena, en usar con mucha moderación de las cosas de este mundo, casi por fuerza, compelidos de la necesidad y a gloria de D~ios ben– dito, a quien se debe atribuir todo lo re– cibido. CAPiTULO V 90.- Considerando que nuestro últi– mo fin es sólo Dios, al cual debe caminar y aspirar. cada uno de nosotros procuran– do transformarse en El: exhortamos a todos los frailes, a que dirijan todos sus pensamientos a <>ste fin, y encaminen a El rodas sus intenciones y deseos con el mayor ímpetu posible de amor, para que .con todo corazón, mente, alma, fortaleza y virtud, con actual, continuo, intenso y
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