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CONSTITVCIOl\'ES •· ·- CAPfTULO IV 10 9 ráfico Padre. que sus verdaderos hijos no debían estimar la pecunia o el dinero más que el polvo, antes bien. debían aborre– cerlo y huir Ce él como de serpiente venenosa. i Oh! ¡cuántas veces el piado~ so Padre, abrasado en el divino celo, al ver en espíritu que muchísimos, aban– d,onando esta ev(angélica margarita, .se habían de relajar recibiendo y procurando legados. herencias y limosnas superfluas, lhHú sobre ellos. diciendo que estaba cerca de su perdición aquel fraile que hacía del dinero más estimación que d'il fango! Y la experiencia enseña que, cuando el fraile Menor desecha de sí la santa pobreza, pronto cae en otro vicio enorme y abo~ minable ; por esco, con todo empeño pro– curen los frailes, a imitación de Ccísto y de su Madre dulcísima, ser pobres de las cosas terrenas, para ser ricos de la divina gracia, de las santas virtudes y de les tesoros celestiales; guárdense sobre todo de inducir dire~ta ni indirectamente a los enfermos que visitaren, a que nos dejen bienes temporales; antes bien , que– riendo elles de suyo hacerlo. resistan cuan– to justamente puedan, pensando que no rs posible ¡.·oseer a la vez riquezas y po~ breza. Ni acepten 1rgados que sean con~

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