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En las Cuestiones sobre la Trinidad, den:Wse vuelve a tratar el problema del conocimiento natural del misterio por medio de las oreatures, se reafirma nuestro Autor en la tesis de la inoognosoibilidad natural del mismo para el hombre cundo. los conviene insistir en es - te punto, porque la doctrina boneventuriana sobre las razones neoesarias pudiera hacer creer que el Santo se extralimita al hablar de la capacidad de la razdn natu- ral en orden al misterio por excelenoie de nuestra fe. Como por el pecado - dice ce osoureci6 el ojo del hombre, el espejo aquel (de las oreeturas) se hizo enigmatico y oscuro y los oidos interiores de la inteligencia se en- sordecieron para oir aquel testimonio" (41). La inteli- gencia del hombre oaido siente gran contrariedad an ad- mitir que Dios sea Trino en personas hasta que es ilu- minada por la luz infusa (42) talo, sin embargo, no quiere decir que el misterio sea, estrictamente hablando, contrario a la razdn dnioamente se niega que la rez6n por ei sola, pueda llegar a conocerlo siguiendo su modo natural de conocer. Pero queda "potencia obediencial" para ser aotuada por la luz infusa comparable a la ce- 41. Trin. a p resp.; V,55a. 42. "quamvis ratio defectiva diotet oontrarium eius qaod est Deum esse trinum at unum, ratio temen stans diotat ali- quid quod eat ei oonsonum ; elevate vero dyotat id ipsum". Trin. 1 1.cit. ad lm ; 1 1,57a. Cfr. ib. ad 2m18m17m.

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