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tan exacta como la nuestra (34). Respecto a la interpretaoi6n del pensamiento de Abelardo, teniendo a la vista los testimonios citados no parece haber lugar a duda de que el filósofo bretón creyó en la capacidad de la mente humana para llegar a conocer naturalmente el misterio de la Trinidad. No se puede a- dunir en SU desoargo quo pensase en una revelaoión sobre- natural hecha por Dioa a los filósofos antes del cristia aismo, porque oon toda claridad atirna que la Trinidad la conocieron los filósofos "per effectum", "per visibilia oreationis opera". No usa, que sepamos la fórmula razo- nes necesarias", pero es indudable que quiere hacer valer los argumentos racionales como verdaderas pruebas del mis- terio, de tal modo que j en su sentir l Cristo sólo hizo per feooionar el conocimiento del misterio de la Trinidad, no manifestarlo como algo nuevo (35). in embargo, las razones alegadas no pretenden dar un conocimiento perfecto del misterio : nos dan i teligenoia", pero no conocimiento da la realidad divina por su presencia (36). ¿Uf pues, las razoes filosóficas no destruyen la rasán del misterio como tal. Pudiera ver se en esta manera de hablar una alusión implfoita a la oo- iptrod. Theol. ib.i , l.c 35. Theolog lib. 36. ib.il

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