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46 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA sacerdote, medio negro y de muy corto talento; éste servía de cura entonces y lo tenían a no poca dicha, porque suele suceder, cuando muere el sacerdote que los asiste, pasarse un año y aun años, antes que les envíen otro. Por esta causa casi la mayor parte de gente suele morir sin tener quien los confiese. Por tanto así el cura como los feligreses, todos procuraron aprovecharse de la ocasión que Dios les había enviado de su mano y se confesaron generalmente antes de partirse de allí los religiosos, logrando esta gente con eso la dicha que malograron los del Benin por sus pecados e iniquidades; pero en medio de eso la misericordia de Dios anduvo tan liberal con gente tan atroz y per– versa, como luego veremos, que quebrantando la dureza de sus corazones, preparó sus ánimos para recibir la humedad del cielo y el rocío saludable de la gracia por medio de la fe y del santo bautismo, aunque por entonces se quedaron sumergidos en sus tinieblas. 14.-Llegó a la isla del Príncipe al cabo de seis meses un bajel de Portugal; trataron los Padres de embarcarse en él y viendo los isleños su orfandad y el bien que perdían con su partida, quisieron a fuerza de lágrimas y súplicas estorbársela, dando por razón que tenían derecho a eso, pues si la ley natural les obligaba a conservar la vida corporal y a poner los medios posibles para ello, mucho más la ley divina a mirar con todo esfuerzo por la espiritual y su salvación. Al fin, aunque sus razones fueron fuertes y eficaces, se hallaron compelidos a salir de la isla y a no hacer asiento en ella ni en la de Santo Tomé adonde les hicieron semejantes instancias, ni pudieron pasar a otra parte de Africa por los recelos del capitán de la nao, que, lleno de vanos temores, viendo el séquito que tenían en todas partes estos religiosos, juzgó que iban a sublevar aquellas islas contra Portugal y que las habían reducido a la obe– diencia de nuestro católico monarca. Después han sido asistidas esas islas de Capuchinos por orden de la Sacra Congregación. 15.-Cori este pretexto de Estado, haciendo el capitán muy del ministro, les fué forzoso a estos Padres embarcarse; el cual los trajo como prisioneros a Lisboa, por andar vivas las guerras entonces, y desde aquí se vinieron a sus provincias pasando trabajos y peligros continuos de mar y tierra, bien que reportando el consuelo espiritual de haber hecho a Dios nuestro señor aquellos pequeños servicfo.s: en el Benín, de justificar su causa entre aquellos miserables bárbaros, y en las islas del Príncipe y de Santo Tomé, de restaurar a su gracia y amistad tantas almas y ovejas de su rebaño, que perecían por falta de pasto espiritual. Ojalá pluguiese a Dios hubiera en sus propios dueños tanta vigilancia en procurarles éste, según por todos derechos tienen obligación exactísima, como la hay en esquilmarles el útil temporal. Si así se hiciera, pocas provincias del mundo estarían hoy por reducirse a la fe santa de Cristo y a la obediencia del Romano Pontífice; pero no se hace, pues : Omnes quae sua sunt quaerunt, non quae 1esu Christi.

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