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XXXIV MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA facilidad para embarcarse (112). También la Congregación escribía por entonces al Nuncio de España para que urgiese al P. Provincial de Andalucía a enviar más misioneros a Sierra Leona; pero, al saber cómo pensaba el P. Fregenal, que era mejor fuesen Capuchinos flamencos, Propaganda se dirigió por carta (marzo de 1673) a los Nuncios de España, Francia y Flandes, pidiéndoles su parecer acerca de este asunto (113). Ante las contestaciones recibidas, la Con– gregación decidió dar la misión a los Capuchinos franceses, el 12 de junio del año mencionado (114), pero ellos se excusaron alegando tenían ya otras misiones (115). Con eso aquella misión de Guinea y Sierra Leona se daba por terminada, y pasarían todavía algunos años en que nada se haría para reanudarla. Segu– ramente que las noticias, dadas por el P. Fregenal sobre los frutos espirituales allí logrados, debieron impresionar hondamente el ánimo de varios religiosos castellanos y también de algunos seglares para acudir en socorro de aquellas pobres almas (116). Lo cierto es que ya a fines de 1676 un personaje de la corte se comprometía a sostener a sus expensas la misión, y también algunos religiosos se ofrecían para ir a aquellas lejanas tierras como misioneros (117). Con esos antecedente el Nuncio de España escribía a la Congregación de Pro– paganda, haciéndole tal propuesta y exponiendo que ahora era I!lás fácil el hacer el viaje, puesto que se habían entablado nuevas relaciones comerciales entre España y aquellos países, y algunos barcos iban a ellos varias veces al año; mas antes de dar los pasos convenientes, pedía permiso para enviar doce religiosos, si es que la Congregación aceptaba ese compromiso (5 de agosto de 1677) (118). Todo ello se trató en la reunión de Propaganda tenida el 6 de septiembre de 1677, en que se aceptó· la propuesta y se decretó la misión (119). La duquesa de Aveiró y Maqueda asignó para esta empresa la suma de 200 du– cados anuales, haciendo además otros ofrecimientos (120). Todo estaba preve- (112) Cfr. carta citada del P. Fregenal, del 28 de octubre de 1671. (113) APF, Acta, 23 febr. 1673, f. 43, n. 38. (114) Ibid., Acta, 12 jun. 1673, f. 112, n. 27. (115) CESINALE, o. c., 510. U. CERRI (Stato della Religione catholica in tutto il mondo (1677), BN.-Ms. 9723) afirma que «los Padres franceses, después que estaban destinados, no marcharon a su destino, en parte porque se necesitaban para otras mi– siones, y en parte porque las guerras de Francia con Holanda y con otros países del norte dificultaban el poder embarcarse». (116) ANGUIANO, Vida .. ., 268. (117) APF, SR, v. 465, f. 244. (118) Carta del Nuncio del 5 de agosto de 1677, ibid., v. 465, f. 443. (119) Ibid., Acta, 6 sept. 1677, f. 214, n. l. (120) Carta del Nuncio al Secretario · de la Congregación, 3 de marzo de 1678, en Arch. Prop. Fide, Lett. ed scritt. rif. nei Congr. part., Africa, I, f. 401). También ofrecía la mencionada duquesa levantar en sus posesiones de Sevilla un colegio donde se instruyesen en las letras y costumbres cristianas los niños que los misioneros ·hu-
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