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l])lTRODUCCIÓN XXXI Por desg'l"acia, tanto el P. Femando de Contray como Fr. Quirino abando– naron pronto la misión, marchando a Canarias (98). En cambio, los otros dos, PP. Agustín de Ronda y Juan de Peralta, después de pasar por Cacheo y por otros diversos puertos donde fueron bien recibidos y bautizaron a muchos, entre ellos el rey de Mantelo, que, al ser bautizado, quedó limpio de la lepra que padecía, se dirigieron a Sierra Leona. El P. Ronda fijó su residencia en Tumbá, donde ya se encontraba en abril de 1658 (99); aquí vivió diez u once años, muriendo hacia 1665 (100). En cambio, el P. Juan de Peralta convirtió verdad el Apóstol de Sierra Leona, son grandemente ponderativas. Aparte de las que más tarde consignaremos, ·queremos recoger ,aquí algunas otras. Así el P. Francisco Acevedo de Coelho, O. F. M., en su crónica ya citada (ff. 109-113), escrita en 1669, en la que recogió los datos de boca de los mismos testigos, le llama «Serafín en el nombre, en la cara y en los hechos». Dice de él que pasó a Sierra Leona e hizo su residencia en la aldea Dos Legos y alguna vez en Tumbá; en ellas reedificó dos iglesias dedicadas a San Antonio, de quien aquellas gentes eran sumamente devotas; allí vivió algunos años, haciendo pocas salidas por su avanzada edad y achaques. Su comida ordinaria era un poco de arroz con aceite de palma ; su cama era la dura tierra, encima de una estera ... ; aquí bautizó millares de almas, y todo el tiempo que vivió se convirtió en una nueva tebaida, donde le vieron muchas veces en éxtasis .. . La iglesia le servía de casa y de ella salía poco. Estaba tan desprendido de las cosas, que si algunos mercaderes de Cacheo le enviaban regalos, los guardaba para repartirlos a los enfermos sín excepción y acudiendo a todos con notable puntualidad. Su horario era : levantarse muy pronto, rezar el oficio divíno y otras oraciones; luego tenía una hora de oración mental; hablaba más tarde con los que le esperaban, confesaba a los que se lo pedían, consolando a todos; más tarde decía misa, valiéndose a veces de mil medios a causa de sus enfermedades y verse casi impedido; después, si era domingo o día de fiesta, hacía la plática, adaptándose en un todo a los oyentes. Dicha la misa, tenía su cuarto de hora de oración y, terminada, conversaba con las gentes de los navíos, si los había en el puerto; seguidamente enseñaba la doctrina a los niños y -neoconversos; tomada su refección, tenía casi una hora de oración y dormía la siesta durante otra hora. Por la tarde visitaba los enfermos que había, bautizaba, paseaba por espacio de una hora, hasta que llegaba el toque de las Avemarías; rezado el Angelus, se recogía otro largo rato en oración, tomaba luego la campanilla e iba tocán– dola por la aldea encomendando las almas del Purgatorio y llamando a todos a la doctrina, que enseñaba todas las noches; en seguida rezaba el Rosario y la letanía y terminaba con el acto de contrición. Así pasó diez o doce años, al cabo de los cuales, no cansado de sus trabajos, sino convencido de su próxima muerte, se dirigió a Cacheo, diciendo que iba a morir y que no quería que la muerte le cogiese sin tener - un sacerdote a su cabecera. Llegado a Cacheo, vivió pocos días y siempre en cama; recibió los sacramentos con especial tranquilidad y, sin sufrimiento alguno, pasó de esta vida a la eterna. Quiso mostrar el Señor en las exequías qu e se le hicieron cuánto estima a sus siervos, pues estando en ellas, comenzaron los monaguillos a tocar no a difunto, sino a gloria. Extrañado . el Vicario, saJió a reprenderlos, pero viendo el caso, se retiró diciendo : «Puesto que Dios lo quiere, repica, niño, repica». Estas mismas noticias y con idénticos pormenores refiere en su cróníca ya citada, ff. 53v.-55, el capitán FRANCISCODE LEMOS. Cfr. también mi obra: Necrologio de los Frailes Menores Capuchinos de la Pro– vincia del Sagrado Corazón de Castilla, Madrid, 1943, 154. (98) APF, Acta, 10 oct. 1663, f. 240, n. 24, y la relación citada del ·P. Francisco de Jerez, SA, v. 253, f. 46. . (99) Carta del P. Agustín de Ronda (Tumbá, 3 de abril de 1658), en el P. A. DE TERUEL,o. c., 202. (100) El ·P. AcEVEDO,ms; c., f. 115, dice que no conoció al P. Ronda, pero refiere de él que fijó su residencia en Tumbá, donde vivió siempre asistido de una
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