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XXX MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA mismo la Congregación de Propaganda, noticiosa de ello y deseosa por otra parte de que en manera alguna se dejase esta misión, donde se iban recogiendo tan opimos frutos, teniendo además en cuenta las instancias del P. Serafín, que pedía con insistencia el envío de nuevos misioneros, decidió escribir al P. Provincial de Andalucía para que proveyese a dicha misión al menos de cuatro misioneros más, y poco después urgía al Nuncio de España para que gestionase otra expedición de diez (94). Esta no pudo realizarse hasta 1657 en que, aun en contra de la voluntad de los Superiores de Andalucía, la Congregación prorrogaba la misión por otros diez años, con su decreto del 12 de junio de 1656, en el que señalaba además los misioneros (95). Estos no pudieron embarcarse hasta el 14 de junio de 1657. Iba como Viceprefecto el P. Agustín de Ronda y llevaba por compa– ñeros a los PP. Juan de Peralta y Fernando de Contray con el Hno. lego Fr. Quirino de Amberes; estos dos últimos eran flamencos (96). En su viaje hacia la misión pasaron por Tenerife y de aquí a Cacheo, de donde salieron para Sierra Leona el 20 de enero de 1658; pero ya en Cacheo se enteraron de que el P. Serafín de León había fallecido en junio pasado «con gran opinión de santo, pues predijo la hora y día de su muerte y, al echar el cuerpo en la sepultura, se tocaron por sí mismas las campanas» (97). Así el P. Francisco de Acevedo (ms. c., ff. 10-109) dice de él que estuvo primero en Gambia y que, viendo que allí no conseguía fruto, se vino a Cacheo con miras a pasar a Sierra Leona, pero que a ruegos de los habitantes de Cacheo se quedó allí algunos años, pasando luego a Sierra Leona, no obstante sus muchos achaques cau– sados por los años y por las enfermedades, ocasionándole la muerte que tuvo lugar en Bisao. Supo con anticipación la hora de su muerte, que recibió cantando himnos al Señor, siendo luego enterrado en la iglesia de Nuestra Señora de Bisao, sita en el puerto, pero sus restos fueron trasladados a Cacheo por un individuo que los hurtó de noche y se los llevó, con gran sentimiento de los de Bisao, pues todos le tenían por santo. A su vez el capitán Francisco de Lemos, en su manuscrito citado (f. 53r.) dice que el P. Jimen a fijó su resid encia en Gambia, pero que, como en aquella costa los más eran mahometanos, no pudo hacer otra cosa sino administrar los sacramentos a los blancos durante tres años ; quiso pasar luego a Sierra Leona, pero estando en Cacheo le rogaron sus habitantes se quedase allí, estando con ellos algunos años; mas teniendo que reprender al capitán mayor por la vida que éste llevaba, abandonó Cacheo, dirigiéndose por barco a Bisao, camino de Sierra Leona. No pudo pasar de Bisao, donde lleno de achaques entregó su alma a Dios, siendo enterrado en la iglesia de Ntra. Sra. de Bisao; mas sus restos fueron luego llevados furtivamente a Cacheo, donde se le hicieron solemnes funerales, dándoseles luego sepultura. (94) APF, Acta, 13 jan. 1654, f. 4, n. 21; 14 apr. 1654, f. 36, n. 16. Súplica del P. Provincial de Andalucía (5 de mayo de 1654), ibid., SA, v. 248, f. 46. (95) N. CORDUBENSIS, o. c., p. 81, y Acta, 12 jun. 1656, f. 55, n. 19. (96) Cfr. carta del P. José de Málaga a la Congregación (Sanlúcar de Barrameda, 20 de octubre de 1659), en APF, SA, v. 253, f. 23, y relación de la misión de Nigricia dada por el P. Francisco de Jerez a la misma Congregación (1663), ibid.; f. 46. (97) . Carta del P. Agustín de Ronda (Tumbá, 3 de abril de 1658) en P. ANTONIO DE TERUEL, O. F. M. CAP., Descripción narrativa de la misión seráfica de los Padres Capuchinos y sus progresos en el reino del Congo (BN.-Ms. 3533, p. 202). Las ala– banzas tributadas por los cronistas portugueses al P. Serafín de . León, llamado con

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